VIERNES SANTO: "GASTAR LA VIDA"
Hoy Jesús, Dios y hombre, muere, voluntariamente, en la Cruz, para salvarnos, obedeciendo, así, a la Voluntad de Dios Padre. Y, al mismo tiempo, como nos decía la 2ª Lectura (a los Hebreos): “llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen”.
Su Sangre nos reconcilió con el Padre e hizo de nosotros un Pueblo santo: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sin que tenga la vida eterna”.
En Jesús, aparece, permanentemente el verbo: “se entrega”. Lo vemos, por ejemplo, en estas frases suyas: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes”. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos”.
Cristo es modelo, para nosotros, de entrega confiada al Padre y de entrega servicial a los hermanos. Por eso, dice S. Pablo: “Me amó y se entregó por mí”.
Nuestro gran desafío, a la luz de Jesús crucificado, es saber dar nuestra vida; entregar nuestra vida; donar nuestra vida (y con ella, nuestro tiempo, nuestros talentos, nuestros proyectos, en la cotidianeidad de nuestros días). Así, la Pasión de Jesús nos fortalece para proponernos ser fieles, hasta el último momento de nuestra vida (sostenidos por su Gracia). Pero, además, el Señor nos muestra que no debemos tener miedo a tener variados sentimientos. Porque, Él mismo, sintió gozo por entregar su Vida, por amor, pero también tuvo temor, lágrimas y sudor de Sangre; sintió ternura y compasión por nosotros; pero, al mismo tiempo, muchísimo dolor por ser tratado tan injustamente...
El Señor nos llama al abajamiento, al anonadamiento, a saber humillarnos por amor, a regalar, con alegría, nuestra vida, al servicio de los demás. Lo enseñó al encarnarse, también en Belén, en la huída a Egipto, en Nazaret, en su vida pública, en el lavatorio de los pies, en la Eucaristía, y finalmente en la Pasión...
Jesús tomó siempre la condición de siervo, de servidor, por amor. Y nos enseña a tener deseos de caridad y de humildad, pero sin que se mezcle el lucimiento...
Ojalá que, al meditar la Pasión y entrega del Señor, sepamos orar a Dios, con nuestros sufrimientos, a encontrarles un sentido, un “para qué”, y esto nos lleve a una purificación y a una liberación espiritual...
Contemplar a Jesús crucificado y resucitado, que se entrega por amor, nos moverá a ser más solidarios, más comprensivos, más confiados y esperanzados... Y a saber ser compañero de los demás, en los momentos de cruz. Porque nadie lograr llevar, sólo, su cruz; todos necesitamos de “Cireneos” que nos alivien, animen y consuelen... Porque es Jesús mismo, al que ayudamos, en un hermano. Y también es Jesús, el que viene en nuestra ayuda, cuando un prójimo nos alivia a nosotros...
Quisiera terminar con una breve meditación, de un sacerdote jesuita español (Lucho Espinal) que fue torturado y asesinado en Bolivia (el 22 de Marzo de 1980) porque luchaba por los derechos de la mujeres mineras, denunciaba el vínculo entre el poder político y el narcotráfico y estaba al servicio de los que no tienen voz.
Espinal decía que “la vida es para gastarla... por los demás”, ya que vivimos en una sociedad “tan extremadamente individualista”. Y escribía: “Jesucristo dijo: “Quien quiera guardar su vida, la perderá; y quien la gaste por mí, la recobrará en su vida eterna”. A pesar de todo, tenemos miedo de gastar la vida y entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva al egoísmo y nos atormenta, cuando hemos de jugarnos la vida.
Pagamos seguros por todas partes, para evitar los riesgos. Y, además de todo eso, está la cobardía...
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida. Sin embargo, Tú nos diste la vida para gastarla.
No podemos reservárnosla, en un estéril egoísmo. Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no nos paguen; hacer un favor, a quien nada puede darnos a cambio; gastar la vida es arriesgarse, incluso, al inevitable fracaso, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas, y sólo tenemos sentido cuando nos quemamos; sólo entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace eludir el sacrificio y buscar seguridad.
Gastar la vida no es algo que se haga con gestos extravagantes y falsa teatralidad.
La vida se entrega sencillamente, sin publicidad, como el agua de la fuente, como la madre da el pecho a su hijito, como el sudor humilde del sembrador.
Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible están tu gracia y tu presencia; no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se pierde en la niebla; con todo, queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperando en la noche, con mil ojos humanos, que se deshacen en lágrimas”.
Jesús resucitado
ResponderEliminar"Y al atardecer... llegó Jesús y... les dijo:
" La paz esté con ustedes".
Los discípulos se llenaron de alegría
cuando vieron al Señor"
(Jn.20,19-20)
P.José Luis..Felices Pascuas!!!!
Un abrazo colmado de paz!!!
Silvia Cristina
Aunque hoy es Sádado Santo y no realizo comentarios en mi blog ni en otros, he venido a su casa. Gracias por su entrada y pongo todas mis esperanzas y oraciones para que sea un buen pastor de la Iglesia de Jesucristo.
ResponderEliminarFeliz Pascua de resurrección
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P