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sábado, 25 de diciembre de 2010



SAGRADA FAMILIA

Escribía el dominico padre Garrigou Lagrange: “…En tanto que el alma complicada se altera por una pequeñez, el alma simplificada por la sabiduría y el amor desinteresado, conserva la paz. El don de sabiduría, derrama en ella, la paz, que la tranquilidad del orden, la unidad, la armonía de la vida simplificada y unida a Dios” (La Providencia y la confianza en Dios, 2ª parte, cap 1).
El llamado a vivir juntos, nos pide hermanar humildad y pobreza, paciencia y alegría. Aguantar las cosas que me molestan, soportar desprecios…”Se hicieron imitadores (…) del Señor, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo, en medio de muchas tribulaciones” (2 Tes 1,6).
También nos dice el p. Lagrange: “…No hay que echar en olvido que lo que, muchas veces, nos enoja contra el prójimo, no son precisamente sus faltas graves contra Dios, sino los defectos del temperamento que subsisten, a veces, a pesar de una profunda virtudContemplar las almas a la luz de la fe, a fin de descubrir en ellas, aquello que es del agrado de Dios, que también debe serlo del nuestro(Ibíd., cap 20).
Desde la Misericordia de Dios, llevaremos, juntos, las cruces propias y ajenas.
Sería muy bueno que, cada día, pidamos al Buen Jesús, la paciencia (esperar sin prisa, ni disgusto), la bondad, la tranquilidad y la perseverancia. Porque “quien está fortalecido por la oración o la meditación, tolerará fácilmente, sin perder la calma, a un hermano que lo insulta…Que uno no se turbe, ni se aflija, teniendo en nada lo que le dicen (injustamente)” (S. Doroteo de Gaza, Abad, Instrucciones 7, PG 88).
Rebelarnos contra la realidad, tratarme con dureza y hacerlo así con los demás, me debilita y encierra…
No nos tratemos con crueldad, ni frialdad; ni nos juzguemos (ni a nosotros mismos, ni a los demás). No nos enojemos con nosotros mismos, cuando algo nos salga mal, ni con los otros. Por el contrario, “…besar mis defectos y mis debilidades, tratarme con ternura y, precisamente, más aún frente a aquello que se opone a mi imagen ideal”(A. Grün, El pequeño libro de la vida, Bonum, p 33).
“Quien está consigo mismo, con sus más diversas necesidades y deseos con sus pasiones y emociones, es apacible consigo mismo, vive en paz junto a las divergencias que hay dentro de él. Y quien está en el otro, con quien se encuentra, no pude ser tosco y duro. Quien está junto al otro, se presentará frente al otro” (A. Grün, Ibíd., p.166).
…El fin de una comunidad no puede ser sólo ofrecer a sus componentes un sentimiento de bienestar. Su objetivo y su significado son más bien hacer que todos los miembros puedan incitarse unos a otros, día a día, a recorrer juntos el camino de la confianza, con madurez, con lealtad y en medio de la afectividad; que puedan aclarar los malentendidos que se producen; que puedan resolver los conflictos y, sobre todo, que puedan arraigarse en Dios. Y es que, en una comunidad, sólo podremos vivir bien a la larga si dirigimos de continuo nuestra mirada a Dios como nuestra verdadera meta y causa última de nuestra vida… (A. Grün, A onore del cielo, come segno per la terra, Brescia 1999, p. 151).

Es frecuente la tentación el engaño de creer que, al tener menos contacto con los demás, tendremos mayor paz.
Encontrarnos nos enriquece, nos permite contemplar mejor, nos hace capaces de adaptarnos…
¡Cuántas veces, en lo que nos dicen o corrigen, hay bastante de acertado!.. Cuando, realmente se comprende, recién se puede ayudar a los demás. En las pocas manifestaciones externas de los otros, tendremos que captar su interioridad, para iluminarnos y para iluminar…
Aceptando que somos distintos, variados, me podré abrir a los otros como a un misterio. Y ya no los buscaré para llenar vacíos o satisfacer emociones, sino por amor; sin intentar que el otro sea totalmente para mí. Y, así, amaré en serio, dejándolo ser él mismo, en su forma de ser y en su libertad…
Será necesario, que todos conozcamos a otras personas y otros lugares, para luego compartir las diversas cosas vividas (por lo menos, con Lecturas).
Será bueno que vayamos construyendo un proyecto en común, en nuestro grupo; buscando, desde nuestro carisma, conectar coincidencias. Para esto, será necesario que hagamos notar al otro que entendemos sus sentimientos y que, entonces, puede abrirse; puede expresar su amor y no enfermarse, al no exteriorizarlo…
No olvidemos, tampoco, que, de acuerdo a como nos relacionamos con Dios, así lo haremos con el prójimo y viceversa…
Tengamos momentos de “soledad sana”: meditación, reflexión, lectura…
Que el Señor nos ayude a usar nuestra sensibilidad y nuestra energía, para comunicarnos mejor, para compartir nuestra vida con los demás y salir de nuestros encierros. Porque, en el encuentro con Dios y con los hermanos, también me encuentro conmigo mismo. Y el hecho de compartir, genera alegría, frescura, creatividad. Y, esto, nos va llevando a la unidad y la simplicidad, a la mansedumbre y sencillez…
“Dios y Padre, nuestro único Señor, líbranos de creernos mejores que los demás, porque todos somos hermanos y necesitados de tu bondad y de tu amor.
Líbranos de mantener una imagen a costa de la verdad.
Líbranos de ahogar nuestros verdaderos dones en el mar de la vanidad y de la apariencia.
Líbranos de no reconocer nuestras miserias por miedo a no ser aceptados y queridos.
Líbranos de juzgar y disminuir a los demás para mantener una falsa estatura.
Ayúdanos a sentir cómo tu ternura no mira lo que aparentamos, sino lo que nos duele para poder sanarlo.
Ayúdanos a aceptarnos como somos, para poder aceptar y amar a los demás, como Vos nos aceptas y amás a nosotros”
(VICARÍA PASTORAL, ARZOBISPADO DE BS. AS.)

viernes, 24 de diciembre de 2010



DICIEMBRE 25- NAVIDAD

El Señor toma la iniciativa de amor…Navidad es la fiesta de la cercanía, la ternura y la fidelidad de Dios para con nosotros, su Pueblo.
El Cardenal Bergoglio, nos decía: “…Dios se enamoró de nuestra pequeñez y se hizo ternura; ternura para toda fragilidad, para todo sufrimiento, para toda angustia, para toda búsqueda...Dios hecho ternura, Dios acariciando nuestra miseria, Dios enamorado de nuestra pequeñez..Cabe la pregunta:¿Te dejás acariciar por esta ternura de un Dios que te quiere? O ¿sos arisco y no te dejás buscar por ese Dios? Y más allá todavía: ¿Vos te animás también a hacerte ternura para toda situación difícil, para todo problema humano, para quien tenés cerca, o preferís la solución burocrática, ejecutiva, fría, eficientista, no evangelizadora?..Esta ternura nos tiene que acompañar a lo largo de la vida, en los momentos de alegría, de tristeza, de cruz, de trabajo…No nos queda otra cosa que abrir nuestro corazón y decirle: Señor, si Tú lo hiciste así, ayúdanos; danos la gracia de la ternura en las penosas situaciones de la vida, dame la gracia de la projimidad ante toda necesidad humana; dama la gracia de la mansedumbre, ante todo conflicto” (Homilía 24/12/2004. Boletín eclesiástico).
Toda la vida de Jesús, desde su Encarnación y Nacimiento, fue un constante abajamiento, un “vaciarse de sí mismo”, de ponerse al servicio de los demás…”Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres,.. presentándose con aspecto humano…” (Flp 2, 6-7).
Jesús, todo el tiempo, nos enseñó a ser como niños, a buscar la sencillez de corazón, a no buscar sobresalir, a buscar las cosas esenciales, a no caer en la vulgaridad…Un modelo de humildad, nos lo dan los pastores de rebaños, del tiempo de Cristo, quienes “fueron los primeros en escuchar el anuncio del Nacimiento del Salvador” (Juan Pablo II).
Él que fue excluido, naciendo entre animales, nos predica la inclusión; Él, que fue odiado y perseguido, desde Herodes hasta la Cruz, nos enseña el perdón; Él que nació, vivió y murió pobre, nos inculca el desprendimiento y la pobreza de espíritu. Y Él, que es el Rey de toda la Creación, nos predica la servicialidad, humillándose hasta lavar los pies a sus discípulos…
Que su aparente fragilidad, al hacerse un Niño, nos transmita Misericordia, paz, reconciliación…
BELÉN
María es silencio, escucha,
contemplación...
Jesús es Dios, hombre pobre,
predicación...
José es trabajo, servicio,
hecho oración...

María es mirada atenta,
austeridad, realización...
Jesús es fragilidad, delicia,
encarnación...
José es respuesta al misterio,
y a la interpelación...

María es abandono, confianza,
en el Hombre-Dios...
Jesús es Palabra hecha Carne
y su Carne nos dio...
José es grandeza, despojo,
disposición...

María es alegría, magnificat,
el misterio creyó...
Jesús es perdón y amor de Dios...
José es "el último", el callado...
y gozó su condición...

María es bella humildad, a Dios cautivó...
Jesús es uno de nosotros,
pero no pecó...
José es el padre, el acompañante,
por vocación...

María es entrega, sin duda, sin confusión...
Jesús es Belén, amor en Cruz,
es donación...
José es sufrir en fe y en silencio
al no encontrar explicación...

María es la importancia de lo oculto,
Madre en toda ocasión...
Jesús es Hijo siempre
y el ser hombre asumió...
José es lo verdadero, lo fiel,
lo interior...

¡Y los tres son, para con Dios,
actitud de vacío y franqueza, aceptación...
En su plan, cooperación...
Y, de su Misterio, el rostro y la visión!...
 P. José Luis Carvajal

viernes, 10 de diciembre de 2010


¡Feliz Navidad!

Fuente: Catholic.net
Autor: P Mariano de Blas LC


Si te sientes feliz en Navidad, no te extrañes.
Tienes derecho y razón de ser feliz.
Si en Navidad sientes deseos de hacer las paces con todo el mundo, hazlo sin dudar.

Los ángeles te lo indican:
Paz a los hombres de buena voluntad.
Si tienes deseos
de hacer las paces con Dios en Navidad,
¿por qué esperar?

Es el momento más adecuado.
No todos los días sientes los mismos deseos.
Es mejor pedir perdón a un Niño
que a un Hombre.

Mejor acudir al tribunal de la Misericordia
que al de la Justicia.
Si
te sientes triste en Navidad,
no has entendido.

¿Triste cuando Dios viene a tu encuentro
lleno de amor y ternura?
Si sigues odiando en Navidad,
no has comprendido.
Navidad es la fiesta del Amor,
del Perdón, de la Paz,
por si no lo sabías.

Si sigues siendo un pecador en este tiempo,
la Navidad no existe para ti.
La Navidad te invita a recuperar tu alma de niño,
el niño inocente que fuiste alguna vez.


Al nacimiento de Jesús fueron invitados unos pastores,
gente sencilla y buena.
No fueron invitados los cortesanos de Herodes,
ni los fariseos, ni los miembros del Sanedrín.

No fueron los grandes de este mundo,
sino los pastores.
Por humildes y sencillos,
por ser dóciles al mensaje Divino.

Hoy siguen siendo invitados los humildes,
los que aceptan a Dios y sus mandamientos,
los sencillos, los pobres de espíritu.

Jesús es el patrón de los desamparados,
de los sin techo, de los emigrantes,
de todos los miserables, enfermos, hambrientos…
Cristo nace como un gitano.

Para el Creador del mundo un establo de animales.
No había lugar para Él en ninguna casa de Belén.
Para enseñarnos que las cosas materiales
no son la felicidad del hombre sino las celestiales.
¡Qué contraste tan brutal con ese afán nuestro
de poseer más y más cosas!

Nunca estamos satisfechos con lo que tenemos.
“He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir”…
Ojalá que esta Navidad,
tú también puedas decir eso:
He encontrado a Cristo y por tanto la alegría de vivir…

Porque de lo contrario,
“aunque Cristo naciese mil veces en Belén,
si no nace en ti, seguirás eternamente perdido”.