LA CUARESMA
Comenzamos este tiempo de Cuaresma, recordando los 40 días de Jesucristo en el desierto, orando y ayunando, hasta que lleguemos al Domingo de Pascua. Y, justamente, la Pascua de Resurrección de Jesús le da sentido a toda nuestra vida y a nuestra muerte.
Nuestra Madre, la Iglesia, nos enseña que es bueno que, en este período cuaresmal, intensifiquemos la oración, el ayuno y la práctica de la misericordia. Como decía S. Pedro Crisólogo: “la oración llama, el ayuno intercede y la misericordia recibe. Oración, misericordia y ayuno constituyen una sola y única cosa, y se vitalizan recíprocamente”, y nos posibilitarán abrirnos a la comunión con los otros...
Estamos llamados a un esfuerzo continuo de conversión. Por eso, también será clave nuestra frecuencia en los Sacramentos de la Eucaristía y de la Confesión o Reconciliación, reconociéndonos pecadores, egoístas, débiles y frágiles; y que, todo el tiempo, necesitamos la gracia y la conversión...
Si logramos practicar todo esto: oración, ayuno, misericordia, Eucaristía y Confesión, se nos garantiza una alegría muy profunda, un gozo inigualable, una paz interior única. Porque: “al apartarse del pecado y acercarse a Dios, el hombre no puede dejar de experimentar una profunda alegría” (Pablo VI). Sí, verdaderamente, al imitar a Cristo e identificarnos con el Señor, se irá acrecentando el gozo en nuestras almas; porque nuestro espíritu está sediento de Dios (Cfr. Sal 41, 2). “Podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle... Convertirse a Cristo, creer en el Evangelio, significa precisamente esto: salir de la ilusión de la autosuficiencia para descubrir y aceptar la propia indigencia, indigencia de los demás y de Dios, exigencia de su perdón y de su amistad.
Se entiende, entonces, cómo la fe no es un hecho natural, cómodo, obvio: hace falta humildad para aceptar la necesidad de Otro que me libere de lo “mío”, para darme gratuitamente lo “suyo”. Esto sucede, especialmente, en los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía” (Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2010). Presbítero José Luis Carvajal Ibelli (Buenos Aires, Argentina)
Le pido fuerzas a Dios, para que pueda hacer penitencia, en esta Cuaresma.
ResponderEliminarGracias padre por su ayuda, afecto y misericordia a todos nosotros. Le felicito por su labor y por su gran amor a Dios.
Que Dios le bendiga.
Raquel.
Hermosas palabras! Que podamos vivir esta cuaresma en oración y alegría.
ResponderEliminarVoy a reservar estas lecturas Cuaresmales para leerlas y reflexionar con tiempo. Creo que Cuaresma es el tiempo más apropiado para parar un poco, reflexionar, ver cómo va nuestra vida. Un tiempo de oración y de conversión. Un abrazo,
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