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domingo, 31 de octubre de 2010



1 DE NOVIEMBRE – SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
·        Hoy la Iglesia en todo el mundo celebra la festividad de todos los santos. En este día no recordamos
sólo aquellos que alcanzaron la meta sino que también hacemos memoria de
la “Vocación a la Santidad a la que fuimos llamados”
. La celebración de todos los Santos es expresión
de la esperanza que nos habita
: lo que Dios ha realizado en los santos lo esperamos nosotros, confiados en su amor, y lo vivimos ya ahora: "Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos... seremos
semejantes a El, porque le veremos tal cual es".


·                                El Apocalipsis
nos muestra una visión del autor en medio de los «ciento cuarenta
y cuatro mil» elegidos, y otro gran  número de santos. Los que pasaron la
prueba de la tribulación y la persecución y han lavado sus túnicas en la sangre
del cordero.
El camino de los hijos
-que es el que desemboca en la gloria de la Jerusalén celestial- no
es otro que el camino del Hijo
: Él ha pasado por la gran tribulación,
el mundo no lo ha conocido, ha sido perseguido y calumniado. Quienes han
caminado con Jesús y ahora gozan con su dicha; nos ofrecen el ejemplo de su
vida, la ayuda de su intercesión
.


·                                San Juan
en la primera carta, llama la atención de sus destinatarios para  que no
dejen de asombrarse y admirar el inmenso amor de Dios que nos ha hecho a
todos hijos suyos. Somos hijos por puro regalo de su amor,
gracias a la pasión, muerte y resurrección de su Hijo Jesús.


·                                El pasaje del evangelio
que nos presenta hoy la liturgia, corresponde a la versión de San Mateo de las bienaventuranzas.
Jesús es presentado subiendo al monte. Con Jesús como nuevo Moisés, va a tener
lugar el acto fundacional del nuevo pueblo de Dios. Los signos de
pertenencia
a este nuevo pueblo no son principios abstractos, sino que
Jesús recoge en su proclamación situaciones que vivían de hecho sus miembros.


·                                Algunas son padecidas
por ellos
: la pobreza, el llanto, el hambre y la sed, los
malos tratos y la persecución. Son situaciones de sufrimiento que se ven
obligados a padecer, a causa de su dedicación a la construcción de este nuevo
modelo de sociedad, llamado Reino de Dios
.


·                                Otras son generadas por
ellos
y Jesús declara bienaventurados a
los que viven con radicalidad y realismo en la vida las exigencias
del reino
.


·                                La santidad,
no es un logro que se alcanza en un más allá y que la Iglesia reconoce; sino un
estilo de vida en este más acá
, traducido en obras de amor, de
misericordia, de justicia y de paz
. La presentación de las
bienaventuranzas
en la festividad de todos los Santos es porque ellas son
en verdad un camino de santidad. En ellas encontramos una brújula en
nuestro trabajo por alcanzar la santidad, entendida ésta, como la lucha
constante por abrirnos cada vez más, al paso de Dios y dejar que en el cada día
nos dé, la plenitud de la vida.


·                                Para muchos la palabra
"santo" evoca a gente vestida con ropa propia de otras épocas, con
una vida bastante distinta, algunas veces con muchas rarezas, a la de sus
contemporáneos y que casi siempre eran obispos, frailes o monjas. Nos cuesta
imaginarnos un santo con jean o haciendo tareas domésticas y con una vida tan
normal como la nuestra. Hemos identificado ser santo con algo estático, con
ser raro
, aburrido o absurdamente sacrificado. En otras ocasiones identificamos
al santo con el ser cuasi perfecto y como modelo que se hace inalcanzable
.


·                                Sin embargo el
Concilio Vaticano II
, en varias ocasiones, recuerda que "los fieles
de cualquier condición y estado son llamados por Dios, cada uno por su camino,
a la perfección de la santidad por la cual el mismo Padre es perfecto"
.
Con este llamamiento a la santidad no se nos invita a ninguna forma absurda de
vida o a caminar hacia una meta imposible. Aspirar a la santidad es aspirar
a la felicidad total que todo hombre desea
.


·                                El Dios de la paz, de la
felicidad nos llama a la plenitud. Los hombres somos seres incompletos,
inacabados; a los cuales Dios les ha concedido un don. Cada uno de nosotros es
consciente de lo que Dios puso en sus manos y de lo que en cada momento debe
ser el fruto de ese don. Ser santos no es hacer necesariamente
milagros, ni dejar obras sorprendentes para la historia.


·                                Los santos
nos demuestran que seguir a Cristo es posible, y que vale la pena.
Estos hombres y mujeres tuvieron defectos, cometieron pecados, no eran perfectos.
Fueron "normales". Pero creyeron en el Evangelio, y que la
gracia supera abundantemente nuestras limitaciones. Los santos han
tenido a Dios como anhelo y fundamento determinante de sus vidas
y por eso sus vidas fueron transformadas. Algunos han dejado
huella profunda. Otros han pasado desapercibidos. Hombres y mujeres así, no
sólo existieron en el pasado, sino también hoy andan por nuestras calles,
trabajan en nuestras fábricas, caminan a nuestro lado o sufren en nuestros
hospitales.


·                                Porque la santidad
es
tener confianza, esperanza, alegría, porque Jesús está con
nosotros
, haciendo posible una nueva vida; que invierte los valores de este
mundo  y acepta los del evangelio sin medias tintas. Santo es
quien ha decidido construir ese nuevo mundo bienaventurado donde
los hombres se aman, se quieren, son solidarios y se ayudan, donde no se
rechazan unos a otros por su condición social, dinero, poder. Santo es
el que no abandona la lucha aunque sea lenta y fatigosa. Santidad
es
cuando, a pesar de todo y de todos, se mantiene la esperanza
de que la lucha realizada por y con Jesús, tendrá un buen final y la
fraternidad entre los hombres irá haciéndose realidad hasta que todos seamos
auténticamente hermanos. Así es el hombre santo y bienaventurado que ha
descubierto la mejor parte, la que nunca le será quitada
.


·                                ¿Siento el llamado a la
santidad?


·                                ¿Qué lugar ocupan las
bienaventuranzas en mi vida cristiana?


·                                ¿Estoy convencido que
ser santo en el mundo de hoy vale la pena?


 …Sean santos como su Padre
Celestial…


 …”Tu verdadera identidad es ser hijo de
Dios. Ésa es la identidad que debes aceptar. Una vez que la hayas reivindicado
y te hayas instalado en ella, puedes vivir en un mundo que te proporciona mucha
alegría y, también, mucho dolor. Puedes recibir tanto la alabanza como el
vituperio que te lleguen como ocasiones para fortalecer tu identidad
fundamental, porque la identidad que te hace libre está anclada más allá de
toda alabanza y de todo vituperio humano. Tú perteneces a Dios y, como hijo de
Dios, has sido enviado al mundo.


Dado que ese lugar profundo que hay dentro
de ti y donde se arraiga tu identidad de hijo de Dios lo has desconocido
durante mucho tiempo, los que eran capaces de afectarte han tenido sobre ti un
poder repentino y a menudo aplastante. Pero no podían llevar a cabo aquel papel
divino, y por eso te dejaron, y te sentiste abandonado. Pero es precisamente
esta experiencia de abandono la que te ha atraído a tu verdadera identidad de
hijo de Dios.


Sólo Dios puede habitar plenamente en lo más
hondo de ti. Puede ser que haga falta mucho tiempo y mucha disciplina para
volver a unir tu yo profundo, escondido, con tu yo público, que es conocido,
amado y aceptado, aunque también criticado por el mundo; sin embargo, de manera
gradual, podrás empezar a sentirte más conectado a él y llegar a ser lo que
verdaderamente eres: hijo de Dios”…





H.
J. M. Nouwen, La voz del amor, Brescia 21997, pp. 98ss, passim.


  


Ser santo es
seguir siendo


una persona normal
y corriente,


que siente la
insatisfacción


que produce una
visión del mundo,


donde los hombres
aceptan


como necesidad el
tener mucho dinero.


Ser santo es
sentir la preocupación


del desempleo, del
paro, y solidarizarse


con quienes lo
sufren para paliar su necesidad;


y trabajar para
que los responsables


tengan una
mentalidad menos lucrativa y más social.


Ser santo es
ofrecer nuestra amistad


a quien se
encuentra solo,


ser capaz de
temblar cuando descubrimos


la incomunicación
que nuestro mundo


masificado nos
transmite,


y contagia a
través de sus aparatos.


Ser santo es no
aceptar la violencia


a la que nos lleva
la competencia,


el odio que
despierta en nosotros


la separación de
los hombres con


barreras
económicas, sociales,


religiosas,
raciales, nacionales.


Ser santo es
buscar la superación


de todas las
situaciones negativas


que producen
sufrimiento en los hombres.


Ser santo es
saberse hijo de Dios,


llamar con la
vida, no con la lengua,


a Dios como Padre,
lo que significa


querer estrechar
con los hombres


unos lazos mayores
de hermandad para,


todos juntos,
poder invocarlo como Padre.


Ser santo es vivir
con la limpieza


de corazón
suficiente, como para caminar


por la vida sin
segundas intenciones,


ofreciendo
sinceridad y confianza.



(Aclaración: este artículo no fue escrito por mí, pero no recuerdo de qué sitios tomé las frases, gracias. P. José Luis).




domingo, 17 de octubre de 2010




OCTUBRE 18
San Lucas es recordado hoy. Nació
en Antioquía de Siria (Asía Menor) donde por primera vez los discípulos
recibieron el nombre de `cristianos´” (Hech 11, 26)
.

Fue convertido por San Pablo, según se cree. Y trabajó junto a él. (Col 4, 14).

En la 2ª Carta aTimoteo, dice San Pablo que varios lo han abandonado: “Solamente Lucas se ha quedado conmigo” (4, 11).

San Lucas es el autor del Evangelio que lleva su nombre y de los Hechos de los Apóstoles.

Se cree que conoció, en persona, a la Virgen María, por todos los datos que trae sobre Ella (pero pareciera que no conoció a Cristo, personalmente). También nos cuenta la infancia de Jesús.

Otros temas preferidos son: la misericordia de Dios; la búsqueda de los pecadores; el valor de la pobreza; la renuncia a sí mismo; la oración y el Espíritu Santo.

Se cree que evangelizó por Acaya (Grecia) y Bitinia (Asia menor), y que habría muerto mártir en Acaya.

Se cree que era médico: “Lucas, el médico querido” (Col 4, 14). Por eso, es patrono de ellos. Y de los artistas y pintores.
Señor, “Tú has querido que los santos misterios de Cristo, tu Hijo, principio de Redención y de Vida, fueran conocidos mediante las divinas Escrituras, por obra de hombres iluminados por el Espíritu Santo” (Antiguo Prefacio de la Misa). Que podamos crecer en el amor a tu Palabra, y en la misión de difundirla, por todas partes. Amén.

viernes, 8 de octubre de 2010

CONFIESO, AMO Y VIVO

Son muchos los momentos
en que AMO, lucho y confío;
caigo, AMO y sirvo;
sufro, AMO, "muero" y vivo...
Soy sólo agua,
pero busco ser añejo vino...

¡Lo "único necesario" es que AMO,
pero lo más constante es que sobrevivo!..

Sin embargo, en María, observo y aprendo:
adoración, silencio y obediencia...
Disponibilidad, acogida
y una sencillez de fe, que desconcierta...

¡En ella lo constante es que AMA,
y me cambia el "sobrevivo"
por su Amor, y el de Cristo,
que me hacen pleno y me mantienen VIVO!..

P. José Luis Carvajal